Blogia
La Balacera

Plan oculto

El atraco que nunca existió

LLUÍS BONET MOJICA - 16/04/2006

Un tanto errático en los últimos tiempos, Spike Lee recupera plenamente su pulso y acidez con esta original, sarcástica incursión en uno de los grandes subgéneros del cine negro (basta con pensar en la canónica Atraco perfecto,de Kubrick). En este caso, el robo a un banco neoyorquino. Tema ya demasiado visto como para aguardar algo original, pero que en Plan oculto soslaya el tópico gracias a un guión de oro escrito por Russell Gewirtz, guionista televisivo que efectúa su salto al cine.

Nada ni nadie es lo que parece en esta crónica del imposible atraco perfecto. Que finalmente sí lo será, porque el atraco nunca existió. A pesar de la toma de rehenes, la brutalidad de los atracadores capitaneados por un cínico - otra gran actuación de Clive Owen, aunque salga encapuchado en buena parte de la película- maestro de la simulación y en busca de unos objetivos que, por supuesto, cabe no desvelar. El aparatoso operativo policial y la participación de un agente mediador (Denzel Washington) con problemas profesionales están resueltos por Spike Lee mediante una brillante arquitectura visual, que juega con los saltos temporales. Todo ello en un impactante puzzle, salpicado de hábiles y - en apariencia- desconcertantes flashbacks que van reconstruyendo una acción repleta de insólitos recovecos. Por no hablar de la angustiosa pero magistral coreografía que el cineasta utiliza cuando la cincuentena de rehenes son llevados por sus captores de un lugar a otro, en los sótanos de la entidad bancaria.

La ciudad de Nueva York tras el 11-S está muy presente en esta película que denuncia el racismo y la desconfianza acrecentada por aquel suceso. Pero Plan oculto va más allá. Bucea en los crímenes del pasado a través del inconfesable secreto del fundador del banco - otra performance de Christopher Plummer-, que hizo suya una máxima del barón de Rothschild: "Cuando veo correr la sangre por las calles, compro bienes". A este tenebroso retablo se suma una inquietante intermediaria - prodigiosa Jodie Foster-, profunda conocedora de la corrupción política y bancaria. Cierto que la película es un tanto prolija en su parte intermedia, al dar excesivo juego a su estrella, Denzel Washington, pero resulta apasionante y transgresora. Lo que no es poco en estos tiempos.

La Vanguardia  

0 comentarios