Harlan Coben: "Un escritor es como un fontanero"
Con paso enérgico, un hombre alto, corpulento y con la cabeza rapada entra en el restaurante del hotel Le Meurice, enfrente del Jardin des Tuileries. Saluda con un fuerte apretón de manos a su interlocutor, se quita la gabardina, se sienta y, en la penumbra del lugar, uno de los más selectos de París, ojea la carta. Agita la cabeza ostensiblemente de derecha a izquierda y, con una mueca sonriente, exclama: "¡Estos franceses están chiflados! ¡Los precios son carísimos! ¡En esta ciudad todo es así!" (en la mesa de al lado, por un momento, se gira a mirarnos una señora con un vestido con manchas de leopardo). Poco después, el comensal pide acompañar su pedido con "una Coca-Cola con mucho hielo, con muchísimo hielo picado, por favor, que aquí en Francia ponen siempre muy poco". Ante el estupor del camarero, que retira discretamente la carta de vinos, el hombre aclara: "Es que soy americano". "Por supuesto, señor".
Nuestro hombre es Harlan Coben (New Jersey, 1962), uno de los autores de novela negra con mayor éxito de nuestros tiempos –ha vendido, dice su editorial, 40 millones de ejemplares en todo el mundo– y un auténtico fenómeno en países como Francia o EE.UU. Hoy se pone a la venta en España Desaparecida (RBA en castellano, La Magrana en catalán), novena entrega de las andanzas de Myron Bolitar, un representante de famosos que siempre se ve envuelto en los más complicados casos. En esta ocasión, acude a París en respuesta a la misteriosa petición de una ex amante, pero se verá implicado en el asesinato del ex marido de esta. El Mossad y el terrorismo internacional andan por ahí. Coben mide 1,94 metros y dicen que su editorial norteamericana le paga 4 millones de dólares por cada nuevo libro.
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