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La Balacera

Banville edita en español "El Lémur", la novela por entregas de Benjamin Black

Banville edita en español "El Lémur", la novela por entregas de Benjamin Black

Carlos Gosch

Madrid, 24 mar (EFE).- El escritor irlandés John Banville ha vuelto a recurrir a su alter ego, Benjamin Black, para firmar su tercera novela negra, "El Lémur", que aparece ahora en español tras haber sido publicada por entregas en The New York Times, un formato que impuso a su autor un "fascinante ejercicio de escritura".

Benjamin Black conquistó un nutrido grupo de lectores en español con sus dos primeras entregas, "El secreto de Christine" (2007) y "El otro nombre de Laura" (2008), un éxito que Banville atribuye en una entrevista con Efe a ciertas similitudes entre España e Irlanda.

"Creo que España, igual que Irlanda, está empapada por el sentimiento católico de culpa, tiene una actitud ambivalente hacia la violencia y ha estado dominada durante generaciones por hombres duros, elementos que a Benjamin Black le encanta explotar", explica el autor a través del correo electrónico.

Y todos estos ingredientes están presentes de nuevo en "El Lémur" (Alfaguara), que mezcla el asesinato, el adulterio, el chantaje y la traición, en una trama que sigue el estilo más clásico del género negro.

Como en sus novelas anteriores, Black construye su historia alrededor de los secretos inconfesables de sus personajes. "Todos tenemos algo que ocultar, no sólo a los demás, sino también a nosotros mismos", reflexiona el escritor irlandés.

El autor ha dado descanso a Quirke, el patólogo que protagonizó las dos primeras entregas de Black y al que ha cambiado en "El Lémur" por John Glass, un periodista irlandés cuya brillante carrera profesional ha entrado en franco declive y a quien su suegro, el millonario y ex agente de la CIA William Mulholland -conocido como el Gran Bill- le encarga que escriba su biografía.

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1 comentario

Herminia -

¿Sí? Creo que los españoles estamos un poco hartos de la etiqueta de católicos. Del catolicismo, si acaso, nos queda la estética pero la culpa es más bien puritana.