"A pesar de lo que se dice, la novela negra es un género muy libre"
El autor regresa en Sólo un muerto más a un género abandonado en su juventud, con una historia ambientada en los años de laxitud moral y represión de la posguerra
Francisco Camero / SEVILLA
Desde hace medio siglo, Ramiro Pinilla encaja su visión del mundo en los límites de un mismo lugar, el pueblo de Guecho, y generalmente en un mismo tiempo, mediados del siglo pasado. Esta determinación, tomada de Faulkner, le ha valido la reputación, molesta para el nacionalismo, de gran cronista de la Euskadi contemporánea, y también algunos de los premios más importantes de la literatura española, como el Nadal y el Nacional de la Crítica en 1960 por Las hormigas ciegas y el Nacional de Narrativa y de nuevo el de la Crítica en 2006 por la trilogía Verdes valles, colinas rojas, con la que el público ha redescubierto a este narrador nacido en Bilbao en 1923.
Para sorpresa de muchos seguidores, Sólo un muerto más (Tusquets), su último libro, es un homenaje -con frecuencia lúdico- a los grandes maestros de la novela negra americana, un ejercicio de estilo fiel a los elementos indispensables del género que invita al lector a imaginar qué hubieran hecho Sam Spade o Philip Marlowe para resolver un asesinato que la devastación de la Guerra Civil convirtió, efectivamente, en un mero caso más.
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