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La Balacera

Carta abierta a dos libreros negros y escarlartas, estudiadamente crimimales

 

Queridos Paco y Juan:

 

Imagino que no sois conscientes de la que habéis liado en sólo un día, en realidad en varios años de labor sin estridencias. Puede que vuestro delito haya pasado inadvertido, de momento, para la mayoría del público, más preocupado por saber si un participante de Gran Hermano se revienta o no un granito de la cara, o en la incertidumbre por ver, si de una buena vez, se le escapa una teta a una de las aspirantes del casting de FAMA. (Espera inútil, por otra parte: llevo treinta sobremesas al acecho del acontecimiento y no he visto más que una axila, eso sí, suave como el culito de un bebé. Aunque no estoy seguro de que fuera una axila de mujer...)

 

A lo que íbamos, que Tanto tú, Paco Camarasa en Barcelona, como tú, Juan Escarlata en Madrid, habéis liado una buena el jueves 4 de diciembre, al celebrar, al mismo tiempo, el sexto aniversario de la Librería Negra y Criminal el uno y el cuarto de la Librería Estudio en Escarlata el otro.

 

Vale que abrir y mantener, en plena fiebre del best seller precocinado sendas librerías especializadas en el género policíaco, no es moco de pavo. Y el jueves, entre brindis y visitas de autores y lectores, habréis recordado los duros comienzos. Tú, Paco, en la Calle de la Sal número 5, cerca del metro Barceloneta, habrás evocado junto a Montse los inicios del sótano, cuando todo era una idea por comprobar. Y tú, Juan, en el local madrileño de Guzmán el bueno, 46, seguro que has brindado con Conchi y Victorino por aquellos primeros días en los que en la librería había más gente que libros.

 

Todo muy tierno.

 

¡Insensatos!

 

¿Es que no veis lo que han provocado vuestros inocentes cumpleaños?

 

Es noche, cuando me disponía a buscar inspiración en mi biblioteca, abrí El largo adiós de Raymond Chandler y.... Marlowe no estaba. Linda Loring, la millonaria rebelde, esperaba desconsolada con su neceser en el piso de soltero del detective, frente al tablero de ajedrez. Y como no quiso jugar conmigo a otra cosa, tuve que conformarme con sus lloriqueos. Me contó que cuando llegó decidida a todo (y dijo todo mostrando una pierna bien torneada), Marlowe se limito a decirle, “Adiós, muñeca, tengo una cita impostergable en Barcelona, así que, si quieres esperar, habla por teléfono con La dama del lago, vete de compras con La hermana pequeña, asómate a La ventana siniestra, date una vuelta por el karaoke de la esquina para cantar unas canciones en Playback, o échate El sueño eterno, que las celebraciones de Camarasa se sabe cuando empiezan, pero nunca cuando acaban”.

 

Desorientado, abrí las obras esenciales de Sherlock Holmes, tan bien antologadas por Jesús Urceloy, pero.... Holmes se había pirado a Madrid, para soplar las vlelitas con Juan Escarlata y familia. En vano intentó entretenerme Watson (que, entre nosotros, se había puesto un picardías que le sentaba fatal), y alcancé a escapar por las ventana perseguido por el perro de los Baskerville.

 

Y era sólo el comienzo. Mi biblioteca estaba vacía de detectives y criminales: Pepe Carvalho fatigó el puente aéreo llevando viandas entre la Ciudad Condal y la Villa y Corte, para abastecer las dos celebraciones; Montalbano fue primero a Negra y Criminal, por aquello de la cercanía del mar, pero luego pensaba pasarse por Madrid, según me contó su novia, Livia, quién dijo estar hasta el moño del comisario. (En realidad no dijo moño sino otra cosa, pero esto lo leo en una radio seria y hay que andar con cuidado...)

 

Venecia podría haberse hundido el 4 de diciembre, que al comisario Guido Brunetti se la hubiera traído al pairo: estaba brindando con los de Estudio en Escarlata y al parecer optó por Madrid porque está hasta las mismísimas góndolas de agua.

 

Maigret y Adamsberg alquilaron un dos caballos a medias para venir desde Francia a cubrir los dos festejos; y Sam Spade no llegó a tiempo a ninguno, porque antes se pasó por Coslada, creyó estar reviviendo Cosecha Roja y se lio a tiros.

 

Poirot y Miss Marple sí alzaron las copas en Barcelona, y al parecer fueron varias copas, porque horas después fueron vistos entrar, abrazados, a una mueblé del Barrio Chino, y el detective mexicano y tuerto Belascoarán acabó con las provisiones de refrescos de cola en ambos ágapes, mientras salía cada cinco minutos a la calle para fumar y suspirar por la ausencia de una muchacha con el pelo recogido en cola de caballo. Argentinos y sobradores, el Perro Lascano de Eduardo Mallo y el Perro Ovejero de Leonardo Oyola, acabaron cantando un tango tristón con esa rara hermandad de opuestos que sólo puede darse entre un policía de viejo cuño y un joven ladrón que sabe respetar los códigos de honor más antiguos. Y Santa Clara, en Cuba, se quedó sin un policía que entienda el barrio desde dentro, porque Leo Martín se vino para España con su autor, Lorenzo Lunar, que aprovechó la excusa para pegarse unos bailes. Y cuando quise refugiarme en mis propios libros, me encontré a Yolanda desnuda y temblando de frío en el camping nudista, porque Juan Pérez Pérez, asesino a sueldo y padre, se había escapado para asistir a los dos cumpleaños, acompañado por un tal Número Tres.

 

Podría seguir durante horas, con el mismo resultado, si creo que hasta el ñoño de Tintín, que se las da de investigador, también fue visto en ambas librerías, seguido por un perro que había bebido algo más que agua.

 

En resumen; que el 4 de diciembre no se resolvió crimen alguno en las páginas de los libros, y dejaron de cometerse muchos de los mas interesantes.

 

Y todo por vuestra culpa, por vuestra testarudez al abrir, cada uno por su cuenta, y en las dos capitales literarias del país, su propia librería especializada en novela negra. Para que luego digan que el crimen no compensa.

 

Feliz Cumpleaños Negra y Criminal . Feliz Cumpleaños, Estudio en Escarlata.

 

Atentamente,

Carlos Salem

 

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