El observatorio
En estos días en que tanto se habla de crisis económica y financiera, me viene a la cabeza un término que se repite a menudo y que resulta perfectamente aplicable -literariamente hablando- a Michael Connelly: valor refugio. Y recuerdo también que ya en una ocasión comparé al estadounidense con un famoso insecticida cuyo eslogan más popular era el de "eficacia probada".
Porque Connelly es uno de los escritores que mejor saben lo que tienen entre las manos y cómo utilizar esos ingredientes que parecen estar presentes con mayor o menor acierto en toda la literatura criminal: acción, intriga, diálogos rápidos y en ocasiones mordaces, pequeñas trampas en las que el lector avezado no debería caer...
Así que siempre resulta un placer abrir cualquiera de sus novelas, tengan o no a Harry Bosch como protagonista. Este año, y en este sentido, el placer es doble al haber podido disfrutar de Echo Park allá por febrero y de El observatorio a punto de terminar 2008.
De esta última quiero hablar ahora para destacar varios aspectos que me han parecido esenciales en ella. El primero, evidente nada más tener el libro entre las manos, es su brevedad. Y es que Connelly nos tenía acostumbrados a obras de grosor considerable y encontrarse con tan solo 220 páginas puede resultar extraño o al menos inusual. Eso sí, cuando las empiezas a leer te das cuenta de que el autor parece haber querido condensar todo su saber hacer para entregarnos una novela concentrada al límite, una novela en la que no sobra ni una coma, una novela que -como se dice tan a menudo pero en este caso es cierto- te atrapa desde la primera línea para no soltarte hasta el final. Bueno, incluso ni ahí te suelta, pues en las últimas páginas te deja con ganas de saber qué va a suceder a continuación aunque el caso ya esté definitivamente resuelto (y hasta aquí puedo leer sin destripar nada).
El segundo aspecto destacable es la inteligente utilización que Connelly hace del aprovechamiento de los miedos colectivos por parte de quienes ostentan el poder. Me refiero, claro esta, a esa paranoia instalada en los ciudadanos de todo el llamado primer mundo en general y de los norteamericanos en particular, esa obsesión por la seguridad y ese pánico generalizado al saberse objetivo del terrorismo internacional más cruento. Si la novela negra o criminal debe constituir un reflejo actualizado de la sociedad, Michael Connelly sabe cómo estar al día.
En línea con esto último, me gustaría destacar igualmente la facilidad con que Connelly nos lleva por donde quiere, preparándonos poco a poco (y eso, cuando se dispone de tan pocas páginas, dice mucho en favor del autor) hasta llegar al desenlace por él ideado, uno de los varios posibles y perfectamente coherente con la profusión de pistas que Bosch expone abiertamente a los ojos del lector, para que luego nadie pueda decir que se ha sacado un as de la manga para que todo encaje con sus hipótesis.
Todo ello salpicado con las habituales referencias a casos anteriormente resueltos -especialmente al de Echo Park-, con esas tortuosas relaciones que Bosch suele mantener con sus ex parejas o antiguos compañeros, con ese maremagnum de siglas que sirven para dar nombre a los distintos organismos a los que deberíamos estar agradecidos por velar por nuestra seguridad y que parecen competir entre ellos en lugar de colaborar con un objetivo común...
Lo dicho: otra novela impecable de Connelly. Y ya van...
Ricardo Bosque, noviembre de 2008
EL OBSERVATORIO
Michael Connelly
Traducción de Javier Guerrero
Roca Editorial
2 comentarios
Ricardo -
Para mí Connelly es un autor que hace muy bien lo que hace, de ahí lo que digo de la eficacia probada. Desde luego que no es un autor que arriesgue pero es que, como bien dices, de esos no hay muchos o al menos no suelen tener hueco en la mayoría de las editoriales.
En cuanto a lo del premio, ninguno de los que lo han recibido hasta la fecha (¿Mankell y Camilleri?) lo necesitaban. Me imagino que es una cuestión mediática, un encuentro de estos tiene más repercusión en prensa y TV si viene Connelly que si lo hace otro autor más minoritario aunque con mayor calidad literaria.
Francisco Ortiz -