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La Balacera

Bouchercon 2007, fiesta literaria

Por Juan Carlos Arias, detective y escritor

www.adaspain.com

Quienes disfrutamos el mundo negro con experiencias reales para ficcionarlo siempre nos ronda ensanchar la mente lejos de nuestro entorno. El sueño de ir a Alaska lo tenemos muchos. La excusa fue, para viajar a ‘la última frontera’, Bouchercon (Congreso de carniceros, escritores de misterio).

El cónclave reúne creadores de todo el mundo, aunque este modesto investigador era el único europeo. Los best sellers no se molestaron este año en alcanzar la capital de Alaska, Anchorage, donde tenía sede el foro. En el Hotel Hilton dormía, y bebía, el personal.

Cumplido el sueño de recorrer Alaska fuera de temporada, a finales de septiembre, y antes de los rigores frioleros recorriendo Fairbanks, parques de Seward y Denali más la península de Kenai la vida congresual parece anodina. Pero fue craso error pensar eso.

Bouchercon es una feria de vanidades y negocios. Esta edición había peleas entre organizadores de otros foros,. Encuentros y congresos para atraer escritores y guionistas. Los periodistas, por su parte, buscan nuevas historias, alejadas de famas y frikis. Agentes literarios ululaban por pasillos repartiendo tarjetas y en el ambiente flotaba aquello de ‘quien no corre…. vuela’.

La inauguración del Congreso tuvo momentos interesantes. Una presentadora dramatiza y otra traduce para sordos. La Gobernadora de Alaska, Sarah Palin, atractiva y de verbo seductor se confesó en público aficionada al género. Si escribiera igual que hablaba sería best-seller. Porque es ‘demócrata’ como Bush, no republicana como Clinton o los Kennedy.

El acto, tras silencioso apagón, siguió con una ‘purificación’ que protagonizó el jefe de una tribu Hinuit vestido para guerrear, beberse unas pintas de cervezas o pescar salmones, vete a saber. Al tipo se le veía en postura de copular con alguna mujer blanca, lejos de los federales. Se conoce que esa parafernalia la acostumbra para turistas VIPs.

Un grupo de jazz magnífico cierra la gala. El empeño de beber alcohol es una pesadilla en los Estados Unidos. Se deben recorrer muchos metros hasta un kiosco móvil donde, tras enseñar el pasaporte, te clavan 8 dólares por una cerveza o lo mismo por un vaso de vino vomitivo, es decir, de California. Mejor la petaca bien llena y algún vaso huérfano y vacío.

La precisión con que los organizadores desarrollan el programa da envidia ajena, pero de la sana. Los norteamericanos suelen buscar la perfección alejándose de la chapuza. Allí la cultura y sus circunstancias no está subvencionada como en Europa. Llegados a éste punto conviene aclarar que el firmante viajó hasta Alaska pagándolo todo de su bolsillo. No como otros caraduras que antes de escribir o viajar llaman al Ministerio, Caja de Ahorros, Fundación o Consejería para ‘vender’ su criterio.

Los hay también, profundizando en éste universo patrio de jetas, que con el cuento de que dicen representar a colegas conferencian por el mundo repitiendo tópicos, se emborrachan con dinero público o hacen facturas que pagamos todos, incluidos vicios ilícitos, degenerados o inconfesables.

Pero vayamos a lo provechoso. Decíamos que la iniciativa privada y modestas cuotas de la asistencia (200 dólares que dan derecho a bolsa congresual, libros a mogollón, regalos, cuatro comidas y acceso a conferencias) financian Bouchercon.

Las cifras del Bouchercon marean: más de 400 escritores, casi 150 periodistas, sobre 300 aficionados, 50 agentes, 60 conferenciantes y otros 200 más entre libreros, editores y curiosos. Y nadie paga, ni cobra nada, del papá-estado.

El programa incluye, además de la llamativa inauguración conferencias interesantes. Las dictaron, entre otros, policías, jueces, fiscales, periodistas conocedores del género negro. Además, los Troopers (policía de Alaska) exhibió su poderío operativo para laminar el delito y los bomberos locales explicaron ‘en directo’ cómo salvan a quienes los atrapa un alud de nieve, o cómo excarcelan a un accidentado. Esa noche duerme uno tranquilo.

Los organizadores, además de repartir a los escritores entre centros escolares de primaria, bachillerato y la universidad para relatar sus experiencias hacen apostolado a todo trapo. El circuito norteamericano, canadiense y anglosajón de los escritores de misterio tiene numerosas etapas. Pero Bouchercon es la meca.

Si buceamos con delectación en una de los websites que patrocina (www.bouchercon2007.com) vemos que todo se transparenta. Además del submundo literario de los escritores, en Bouchercon es notable la presencia de los aficionados. Van preparados para comprar decenas de libros y tragarse las conferencias más soporíferas, que haberlas haylas, como las meigas gallegas.

A los fans más ubicuos se les ve felices haciendo cola en firmas de libros, charlando con periodistas o extasiados ante su autor favorito. Entre ellos hay algún millonario que se la pasa viajando tras libros, oradores y autores preferidos.

La última fase de la crónica se concentra en la Gala de clausura. Los prestigiosos Anthony Awards tuvieron pocas quinielas. Parecían los Planeta o los Fernando Lara, puro encargo. Un escritor, mejor omitir su nombre, era felicitado por sus compañeros de mesa antes de recibir cada uno de los premios que atesoró. El muy rácano ni invitó a copas. Claro, con los precios que se gastan. El tipo no había ganado dinero, sólo cuadros con placa a su nombre.

Visitas a Gijón durante la Semana Negra (1989, 1993, 1998 y 2005) permiten atemperar luces y sombras del género. También, personalizarlas en el mundo, fantástico, lúdico a la vez que miserable, que arrastra un evento multicultural. Comparando SN con Bouchercon el balance se equilibra entre lo que artificia el dinero público y las tendencias del mercado.

En estas cuestiones podría decirse que llevamos años, décadas de retraso. Y ya no es hora de echarle la culpa a Franco, ni a la Iglesia, ni decir que la Policía es tonta. Una de las sensaciones más positivas que tiene un latino europeo en los Estados Unidos es que allí el talento se paga, se cotiza al alza.

Las cosas, al otro lado del Atlántico, parecen diferentes. Como uno no va de best-seller, ni se mira al espejo del yo-narciso y sólo escribe para hacer disfrutar a quien lee extendiéndose así la felicidad del creador éstas cosas irrumpen en el pensamiento. Mal que alguno le pese.

 

 

4 comentarios

Gonzalo Baeza -

Qué buena crónica. Una precisión, eso sí: el nombre “Bouchercon” no tiene que ver con carniceros (en ese caso sería “Butcher Con”) sino que alude al apellido de Anthony Boucher, célebre crítico de novela policial del New York Times así como escritor. Por eso es que también los premios se llaman Anthony.

Ricardo -

Gracias por lo que comentas de la web. La gozada es que haya gente que disfrute con ella.
Salud,
Ricardo

elena atúnez -

Esta web me parece una gozada. Leo la crónica del detective que viajó a Alaska y alucino. Se nota que los que conocen historias negras lo cuentan todo, además de disfrutarlas. Tras leer muchas novelas del género resulta más gratificante leer estas crónicas vivas que aburrirse con tramas muchas veces ajenas a los autores. El problema es que se les nota.

francisco rodriguez -

Me parece original la crónica del Bouchercon. Los escritores españoles suelen vivir, pocos, de lo que escriben. Muchos de subvenciones, autonomías y demás chillos. Este Arias parece que no se corta denunciando el tema. Se ve que disfruta viajando y dando a cada uno lo suyo.