La cosa negra
No hace muchos años, la novela policiaca pasaba por un momento tan bajo que cuando hablabas del género negro había quien creía que te referías a la lencería fina. Nada que ver, por supuesto, aunque la lencería a veces asome la cabeza por la novela negra. Pero como en la vida todo va a trompicones, resulta que ahora la novela negra está de moda. Va como va: un día se la considera una subliteratura indigna y, pasado un tiempo, los intelectuales más conspicuos la reivindican como modelo de eficacia narrativa. Por suerte, el género cuenta siempre con lectores fieles e impulsores infatigables, como Andreu Martín o Paco Camarasa, que ha hecho de la librería Negra y Criminal una referencia indispensable.
Dentro de unos días, del 5 al 10 de febrero, se celebrará en Barcelona el Tercer Encuentro de Novela Negra, que este año contará con la presencia del gran Henning Mankell, un sueco poco dado a mostrarse en público que en gran parte es responsable del renacimiento del género. Justo cuando la novela negra de EEUU se había convertido en una monótona repetición de persecuciones y disparos, autores como Mankell han sabido devolverle una dimensión humana, social y literaria que ha encontrado la complicidad de los lectores.
Europa, con nombres como los de Mankell, Márkaris, Camilleri, Rankin o Indridasson, es ahora el escenario de una novela negra en la que, además de las características habituales del género, juegan un papel importante el factor humano y el entorno social. Con novelas como estas está garantizada la emoción que transmite la buena literatura. Que sean negras o blancas es absolutamente secundario.
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