En el aniversario de la muerte de Manuel Vázquez Montalbán...
... de nuestros libreros negrocriminales
Algunos de ustedes saben que los libreros negrocriminales entran muy pronto en este rincón lleno de pasión por la lectura. Hace tres años a las ocho y pocos minutos de la mañana sonaba el teléfono. Una periodista, no recordamos quien, nos pedía los teléfonos de Francisco González Ledesma, Andreu Martín y Juan Madrid. Preguntamos que para qué los necesitaba a esas horas de un sábado. Y pronunció aquellas fatídicas, horribles, palabras: "¿No os habéis enterado?. Vázquez Montalbán ha muerto esta noche en Bangkok".
Pusimos la radio, fuimos a buscar un televisor encendido, llamamos y llamamos... con la vana esperanza de que no fuera cierto. Pero lo fue.
Y a lo largo de la mañana nos convertimos en algo que odiamos: ser portadores de malas noticias Y explicábamos por qué sonaba en la librería un CD de Conchita Piquer.
Un par de horas más tarde, Alejandro, uno de los socios de Zoela, que tampoco se había enterado, nos traía las cajas de un libro que la imprenta debería haber entregado la tarde anterior: Geometrías de la memoria. Conversaciones con Manuel Vázquez Montalbán. Para nosotros, el mejor libro, la mejor biografía (Georges Tyras hace que sea casi una autobiografía), que se ha publicado hasta ahora. Abrías el libro, leías, y creías oír su voz grave y pausada. Ahí se sigue encontrando a Manuel Vázquez Montalbán cada vez que se le vuelve a escuchar. O se le vuelve a leer.
Y hoy no es lunes y no añoraremos su columna semanal, como hacemos cada lunes.
Pero pasearemos por las calles del Barrio Chino, lo que queda de él, por que lo han convertido en otro barrio que llaman Raval, compraremos salazones en alguna de las tiendas que aún quedan por el Born, sonreiremos con lo que pudo haber sido y no fue, se vive solamente una vez, leeremos un poema, tomaremos un ron añejo Arehucas (Antonio Lozano sabe por qué), y brindaremos esta tarde, Por la caída del régimen. Están ustedes invitados.
Era hermoso y rubio como la cerveza
el pecho tatuado con un corazón
en su voz amarga había la tristeza
doliente y cansada del acordeón
Saludos negrocriminales y buena lectura
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