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La Balacera

Tinta negra

Tinta negra

La literatura de intriga busca acomodarse a una realidad social cambiante a causa de la inmigración, el fundamentalismo y la irrupción de nuevas formas de crimen organizado

GAIZKA OLEA g.olea@diario-elcorreo.com/BILBAO

Huellas, pelos, un arañazo... Bien. Sherlock Holmes no sabía de ADN ni microscopios de última generación, pero en sus aventuras estaban ya los elementos que la nueva literatura de intriga aprovecha para encaminar la investigación hacia el esclarecimiento del misterio. Y ambos factores, intriga y misterio -el crimen gusta- alimentan la novela negra, uno de los géneros por excelencia y, sin duda, uno de los que sobrevive con mayor dignidad a la invasión de falsos templarios, códices imposibles y órdenes religiosas que venden millones de caros ejemplares en tapa dura.

Barcelona ha sido estos días escenario del encuentro de escritores de novela negra y, al amparo del eterno Manuel Vázquez Montalbán, han analizado la marcha de un género que alude a algo tan viejo como el ser humano, tan natural en la Humanidad que el Antiguo Testamento los enumeró como los siete pecados capitales: lujuria, ira, soberbia, codicia... «Yo prefiero llamarlos los siete gozos capitales», matiza con humor Gisbert Haefs, escritor alemán, poseedor de un estupendo dominio del castellano y autor de 'Aníbal' y 'La carcajada del general'.

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