Abásolo se adentra en la inmigración de la mano de un policía racista
El escritor vasco publica su quinta novela, 'El color de los muertos', en la que aborda la trama del delito global
IÑAKI ESTEBAN/BILBAO
Mejor no encontrarse con el inspector Jiménez, sobre todo si uno es inmigrante. Policía de la vieja guardia, le han asignado el caso de un marroquí asesinado, y entra en tromba en casa del desaparecido para poner a caldo a la la familia, a la que acusa de haber venido para robar. «Sí, es racista y muy machista pero no he querido caer en la caricatura. Tiene matices, y se considera un buen profesional, un buen policía», explica José Javier Abásolo sobre su última y quinta novela, 'El color de los muertos'.
El escritor vasco se adentra con esta obra en el mundo de la inmigración y retrata actitudes racistas, que no están circunscritas a personas como Jiménez. «A menudo se oyen comentarios muy gruesos de gente que no se considera racista. Todos nos hemos reído con chistes de negros, aunque sepamos que es una actitud errónea.Y no somos más racistas porque el porcentaje de inmigrantes es todavía muy pequeño».
La novela tiene más aristas. En un pueblo castellano, aparece un hombre asesinado de una forma muy cruel y extraña, mientras que en Madrid un miembro de ETA a quien se creía desaparecido comienza una serie de atentados que sorprende a expertos y al mismo grupo terrorista.
Detrás del sicario
Por si fuera poco, la compañera del inspector Jiménez en el caso del marroquí se llama Isabel Altube, nacida y criada en un caserío, y miembro del Cuerpo Superior de Policía. «Bueno, digamos que ahí me la he jugado un poco, porque me gusta hacer verosímiles situaciones que no lo son a primera vista. Isabel es una deportistas que se presenta a la oposiciones de policía con el fin de prepararse para las de ertzaina. Pero, como las aprueba, se queda ahí. Supongo que en la Policía habrá altos y bajos, rubios y morenos, fascistas y progresistas. Yo no intento hacer juicios ideológicos, pero sí pongo en juego personas que existen o que creo que existen».
En 'El color de los muertos' el crimen viaja de Castilla a Marbella y de allí a San Francisco, la calle de Bilbao, siempre en el coche de las mafias internacionales. «La globalización ha llegado también a la delincuencia, eso está claro. Pero lo más importante es que ahora resulta más difícil saber quién está encima moviendo los hilos. Por esta razón, la novela negra ha cambiado. Ya no se trata de averiguar quién ha matado a fulanito en su mansión. Ahora lo importante es saber por qué le han matado, quién está detrás del sicario».
Abogados y funcionarios
Una de las constantes de José Javier Abásolo en sus cinco novelas es la utilización de Bilbao como contexto de la acción. «Es un buen escenario, pero San Francisco no es el Bronx, por suerte. Yo sitúo mis novelas en Bilbao porque es lo que conozco. Si empiezas a mover a los personajes por Londres y Bagdad, al final hablas de banalidades y terminas escribiendo esos 'best-sellers' que son todos iguales».
Abásolo trabaja en el Gobierno vasco y es abogado, cincunstancias que él suele aprovechar para ironizar sobre los funcionarios o sobre sus colegas. Este caso, les ha tocado a estos últimos. «Las personas no son planas. Seguro que hasta Teresa de Calcuta tenía defectos y que el mayor asesino puede mostrar momentos piadosos. Pasa lo mismo con los inmigrantes. Creemos que todos los musulmanes ni fuman ni beben nunca. Es como suponer que los católicos jamás engañan a sus esposas».
www.elcorreodigital.com
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Mejor no encontrarse con el inspector Jiménez, sobre todo si uno es inmigrante. Policía de la vieja guardia, le han asignado el caso de un marroquí asesinado, y entra en tromba en casa del desaparecido para poner a caldo a la la familia, a la que acusa de haber venido para robar. «Sí, es racista y muy machista pero no he querido caer en la caricatura. Tiene matices, y se considera un buen profesional, un buen policía», explica José Javier Abásolo sobre su última y quinta novela, 'El color de los muertos'.
El escritor vasco se adentra con esta obra en el mundo de la inmigración y retrata actitudes racistas, que no están circunscritas a personas como Jiménez. «A menudo se oyen comentarios muy gruesos de gente que no se considera racista. Todos nos hemos reído con chistes de negros, aunque sepamos que es una actitud errónea.Y no somos más racistas porque el porcentaje de inmigrantes es todavía muy pequeño».
La novela tiene más aristas. En un pueblo castellano, aparece un hombre asesinado de una forma muy cruel y extraña, mientras que en Madrid un miembro de ETA a quien se creía desaparecido comienza una serie de atentados que sorprende a expertos y al mismo grupo terrorista.
Detrás del sicario
Por si fuera poco, la compañera del inspector Jiménez en el caso del marroquí se llama Isabel Altube, nacida y criada en un caserío, y miembro del Cuerpo Superior de Policía. «Bueno, digamos que ahí me la he jugado un poco, porque me gusta hacer verosímiles situaciones que no lo son a primera vista. Isabel es una deportistas que se presenta a la oposiciones de policía con el fin de prepararse para las de ertzaina. Pero, como las aprueba, se queda ahí. Supongo que en la Policía habrá altos y bajos, rubios y morenos, fascistas y progresistas. Yo no intento hacer juicios ideológicos, pero sí pongo en juego personas que existen o que creo que existen».
En 'El color de los muertos' el crimen viaja de Castilla a Marbella y de allí a San Francisco, la calle de Bilbao, siempre en el coche de las mafias internacionales. «La globalización ha llegado también a la delincuencia, eso está claro. Pero lo más importante es que ahora resulta más difícil saber quién está encima moviendo los hilos. Por esta razón, la novela negra ha cambiado. Ya no se trata de averiguar quién ha matado a fulanito en su mansión. Ahora lo importante es saber por qué le han matado, quién está detrás del sicario».
Abogados y funcionarios
Una de las constantes de José Javier Abásolo en sus cinco novelas es la utilización de Bilbao como contexto de la acción. «Es un buen escenario, pero San Francisco no es el Bronx, por suerte. Yo sitúo mis novelas en Bilbao porque es lo que conozco. Si empiezas a mover a los personajes por Londres y Bagdad, al final hablas de banalidades y terminas escribiendo esos 'best-sellers' que son todos iguales».
Abásolo trabaja en el Gobierno vasco y es abogado, cincunstancias que él suele aprovechar para ironizar sobre los funcionarios o sobre sus colegas. Este caso, les ha tocado a estos últimos. «Las personas no son planas. Seguro que hasta Teresa de Calcuta tenía defectos y que el mayor asesino puede mostrar momentos piadosos. Pasa lo mismo con los inmigrantes. Creemos que todos los musulmanes ni fuman ni beben nunca. Es como suponer que los católicos jamás engañan a sus esposas».
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