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La Balacera

Negra y comprometida

La novela policiaca renueva tramas y personajes con un fuerte componente de crítica social

HELENA LÓPEZ
BARCELONA


El París de los talleres textiles clandestinos regentados por turcos y las primeras huelgas en la capital francesa de este colectivo reclamando sus derechos laborales es el marco en el que se desarrolla la acción de Sendero sombrío (Tropismos), de Dominique Manotti. Si a esto se le añade a Théo Daquin, un comisario duro y homosexual, podremos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que los clichés de la novela negra han cambiado.
"Manotti no es un caso aislado. La novela negra cambia al mismo ritmo que la sociedad. Es la crítica la que cree que seguimos pegados a clichés antiguos", afirma Paco Camarasa, responsable de la emblemática librería barcelonesa Negra y Criminal. Las novelas negras recogen de forma inmediata los conflictos que van surgiendo. La corrupción inmobiliaria, los delitos contra el medio ambiente o las redes de prostitución están a la orden del día en las nuevas publicaciones.

Artículo completo en El Periódico de Catalunya  

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