Richard Price patrulla el Nueva York más salvaje
Si las malas calles neoyorquinas son un latido, Richard Price es su estetoscopio. Sólo las patrullas de policía a las que ha acompañado para estampar el sello de autenticidad a sus novelas conocen tanto como él las luchas raciales y de clase que roen los barrios duros de la Gran Manzana. Guionista de Scorsese y de la serie “The Wire”, en “La vida fácil” (Mondadori) muestra cómo la investigación de un homicidio genera corrientes humanas inauditas. Texto: Antonio Lozano Foto: Ralph Gibson
Richard Price puede darte una lección sobre tráfico de drogas, los calibres que más muertos dejan, las pesadillas que asolan a los investigadores de homicidios, los infiernos de las familias desestructuradas hacinadas en las viviendas de protección oficial. Creció como un hijo de clase humilde del Bronx, pero evitó conducir un autobús o clasificar documentos afilando su don para captar el pulso urbano en Columbia y Stanford. Philip Kaufman le adaptó al cine su ópera prima, The Wanderers; Spike Lee su obra maestra, Clockers, y Martin Scorsese le encargó el guión de El color del dinero y los diálogos del videoclip Bad de Michael Jackson. A medida que sus trabajos para el celuloide se tornaban más descaradamente alimenticios (Sea of Love, Rescate, Shaft) sus novelas ganaban en ambición, técnica, complejidad moral y sabiduría a pie de calle (Freedomland y Samaritan). Y ocurrió que acabó soltando la bomba final, La vida fácil, concentrado energético de todas sus señas de identidad en un drama coral desplegado en el Lower East Side.
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