Boris Vian no ha desertado
Hoy se cumplen cincuenta años de la muerte del polifácetico artista de vidas paralelas, que fue músico, escritor, inventor, traductor y actor
Boris Vian tuvo suficientes vidas paralelas para ser escritor, músico, inventor, traductor, actor... Contar su vida parece una interminable enumeración de talentos. Nació en 1920, en Ville-d'Avray, en las cercanías de Versalles. Su entorno familiar era tentador: una madre que tocaba el arpa y el piano, y un padre libertario aficionado a la poesía, traductor y mecánico entusiasta. Cuando Vian tenía 9 años su padre -de 36- empezó a trabajar, la crisis también llamó a su puerta. Con semejante nido no es de extrañar que el pimpollo comenzase a volar con atroz voracidad desde la infancia (inexistente según sus principios patafísicos). Escribe Noël Arnaud en 'Las vidas paralelas de Boris Vian' que creció «en el más completo desprecio de la trinidad social: ejército, iglesia y dinero, y tal educación le pareció excelente». Para alivio de psicoanalistas y acabando de marcar el resto de su vida, a los 12 años se vio afectado por un reumatismo articular agudo y fiebres tifoideas que le produjeron problemas cardíacos regulares el resto de su vida.
En la década de los 40, encontramos al flamante ingeniero Boris fascinado por el jazz y las juergas, buen amigo del entorno existencialista capitaneado por Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre, escribiendo relatos que firmaba como Bison Ravi o Hugo Hachebuison y las primeras novelas ('Jaleosas andadas' y 'Vercoquin y el plancton', publicadas posteriormente), casado con Michelle Léglise, con quien tuvo dos hijos y una traición (del mismo amigo Sartre). Más tarde se casaría con Úrsula Kluber, bailarina suiza.
Sigue leyendo en El Comercio Digital
0 comentarios