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La Balacera

'Nunca un ordenador podrá sustituir a un librero'

Paco Camarasa, de la librería Negra y Criminal

Conocí a Paco Camarasa cuando recién entraba yo a la Facultad. Eran tiempos borrascosos, en los que no se sabíamos por donde se decantaría este país. Paco Camarasa nació en Valencia. Fue profesor de Teoría Económica hasta que probó a trabajar con su hermano en una librería. El cebo muy fuerte. Y el tirón mucho más, demasiado, tanto que se colgó definitivamente del mundo de los libros desde 1976. Fue Presidente del Gremio de Libreros de Valencia hasta que un buen día cerró su negocio y desapareció de esta ciudad: 'missing'. Muchos años después lo descubrí en Barcelona, al frente de 'Negra y Criminal', una librería que el pasado cuatro de diciembre cumplió sus cinco años de negrocriminal andadura. Paco es un librero-librero, de los que, aunque utilice el ordenador, no tiene que recurrir a él para encontrar un título o saber de quién o qué le hablamos. Ejerce de comisario en las Jornadas BCNegra, organizadas por el Ayuntamiento de Barcelona, y es miembro de la directiva de 'Brigada 21', una asociación fundada para la difusión del género negro. También preside los jurados de los premios Pepe Carvalho y L.H. Confidencial y colabora en distintos medios como reseñista de novelas negrocriminales. Siempre he hablado en mis entrevistas con escritores. Y ya es hora de hacerlo con alguien que está en la calle, alguien que toca y vende la "mercancía", alguien que conoce al escritor y al lector. Y eso vamos a hacer con su permiso, mis improbables.

Herme Cerezo / SIGLO XXI

Paco, ¿de dónde arranca tu pasión por los libros?

Aprendí a leer con los tebeos. Los alquilaba y los leía recostado en la 'paradeta' del chaflán de la calles Marvá y Albacete, en Valencia ciudad. Leía todo, desde el Capitán Trueno y el Guerrero del antifaz, pasando por Hazañas Bélicas de Boixcar y los tebeos de princesas de mi hermana. Después en la época de los guateques, cuando estaba harto de poner los discos, ya que bailaba fatal y además no ligaba nada, me iba a la habitación de al lado y leía. Siempre he defendido la utilidad múltiple de la lectura. Entre otras cosas, a mí me sirvió para ligar, sobre todo cuando Woody Allen comenzó a triunfar.

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