Un ex etarra protagoniza la novela 'La caraqueña del Maní' que versa sobre la culpa y la expiación
El escritor José Luis Muñoz novela en 'La caraqueña del Maní' (Algaida), Premio de Novela Camilo José Cela, retrata el drama interno de un ex etarra, que vive aclimatado en Venezuela hasta que dos miembros de la banda terrorista le incitan para que se reincorpore a la lucha armada.
La historia gira entorno a Macario, un ex miembro de ETA que trabaja como asesor literario de una editorial en Venezuela y sobre su vida marcada por la ascendencia que ejerce sobre él una sensual mulata del Maní y las presiones que recibe del grupo terrorista para que reincida en su actividad delictiva.
El relato, en palabras de su autor, "es una novela trufada de violencia" que refleja "el mal de conciencia de un hombre por un atentado que cometió" y trata sobre la cuestión de "la culpa y la expiación".
Muñoz hace "un guiño" al relatar el drama de un personaje --que toma el nombre de un etarra existente, pero que no está basado en él-- "que ha practicado una violencia política y sufre la violencia cotidiana como expiación".
El autor es un escritor nacido en Salamanca, que reside en Barcelona y uno de los exponentes actuales de la narrativa negra española. El origen de sus libros acostumbra a estar vinculado a viajes que realiza.
En el caso de 'La cariqueña de Maní' se trata de una estancia de de Muñoz en Caracas el año 2004 con motivo de un certamen literario. Tras recorrer la ciudad durante diez días decidió "trasladar sus percepciones a una novela negra".
El escritor salmantino explicó que "es una novela muy política porque trata el conflicto de la sociedad venezolana y el del País Vasco". Muñoz explicó que necesitaba un punto de vista no venezolano para retratar la sociedad latinoamericana por lo que decidió tomar un etarra como hilo conductor.
Muñoz declaró que la novela "huye del maniqueismo". A su vez afirmó que para él "la lucha armada es una fascinación" ya que en los años 70 formó parte de un grupo anarquista y veia con simpatía el mundo etarra aunque más tarde pensó que "no tenía ningún sentido".
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