Shibumi, lo nuevo de Trevanian en entreLibros
La pasada primavera, la editorial Entrelibros nos daba una grata sorpresa reeditando dos de las novelas de Rodney Whitaker, más conocido en el mundo literario por el seudónimo de Trevanian, fallecido en diciembre de 2005 en Inglaterra. Se trataba de dos títulos protagonizados por el curioso agente secreto Jonathan Hemlock, “La sanción de Eiger” y “La sanción de Loo”. Varios meses más tarde, Trevanian vuelve a la carga con una nueva dosis de espionaje, esta vez a cargo de otro individuo no menos peculiar, Nicholai Alexandrovich Hel.
Nicholai Hel nació, probablemente, en Shangai, hijo de una noble rusa y un conde alemán. Sus orígenes familiares, su ciudad natal, sus niñeras y el general japonés que le sirve de maestro durante la adolescencia le ayudan a conocer varios idiomas: ruso, alemán, francés, inglés, chino y japonés. Tres años en la cárcel le servirán para aprender, por sí solo, unas nociones básicas de euskera.
Su educación se basará en un juego de estrategia japonés, lo que le procura una inusitada capacidad de concentración. Aficionado al jiujitsu y experto en el arte del Naked-Kill (que le permite matar con objetos tan inocuos como una pajita de refresco, un peine, una revista enrollada o un folio doblado), lo tiene todo para triunfar como agente secreto, asesino a sueldo o vengador de sus amigos muertos, y a eso se dedicará tras su estancia en una cárcel japonesa bajo control estadounidense al final de la II Guerra Mundial.
Después de varios años inactivos, durante los que ha residido en un castillo del País Vasco Francés, la hija de un antiguo amigo requiere su ayuda. La muchacha formaba parte del comando terrorista Los Cinco de Munich, encargado de vengar la matanza de los deportistas israelitas en los juegos olímpicos de aquella ciudad por parte de un comando palestino. El atentado que preparan fracasa porque son interceptados en Roma. Los responsables, agentes vinculados a la CIA que protegen a los palestinos y que tienen orden de permitirles cometer el secuestro de un avión. ¿La CIA de parte de los palestinos y en contra de Israel? ¿Nos estamos volviendo locos? Bueno, siempre se ha dicho que la política hace extraños compañeros de cama, aunque más raros todavía son los que hace la economía, y si hay intereses petrolíferos y la OPEP por medio…
Intervenir en este peligroso asunto pondrá a Hel en el punto de mira de Diamond, uno de los responsables de la llamada Organización Madre, compañía que engloba y administra las múltiples agencias de inteligencia y organismos secretos que manejan los hilos invisibles de gobiernos e industrias de todo el mundo, y es que el tal Diamond se ha tomado la misión como algo muy personal.
Trevanian sigue comportándose de un modo que ahora consideraríamos políticamente incorrecto y en ningún momento nos oculta lo que piensa sobre los norteamericanos –sus peores enemigos, ya que Nicholai Hel siempre temió ser derrotado no por alguien tan inteligente como él sino por un mediocre–, los franceses y su concepto de “Resistencia” –cualquier hotelero que aplicase una tarifa superior a los alemanes, estaba en la Resistencia; cualquier mujerzuela que contagiase la gonorrea a un soldado enemigo era una defensora de la libertad; todos aquellos que obedecían sin rechistar pero se abstenían de saludar con su alegre bonjour era héroes de la libertad– e incluso el Pop Art, con una curiosa y divertidísima teoría sobre cómo empezó en el mundo del arte un conocido creador aficionado a las sopas de bote.
Una historia tan adictiva como las dos anteriores novelas de Trevanian, con una trama que casi treinta años después sigue de plena actualidad y con un magnífico equilibrio entre la necesaria acción que exige una novela de este género y la carga filosófica y sentimental que rodea la adolescencia del protagonista, algo fundamental para que podamos entender en lo que se convertirá Nicholai Alexandrovich Hel con el paso del tiempo.
5 comentarios
lionel -
angelica ortiz -
como una verdadera realidad
gonzalo gutierrez -
Ricardo -
José Andrés -
Estos pertenecen a la colección del obsevador del año 1991.
Así, que los recuperaré, cuando pueda.
Un saludo,
José Andrés