El vigor de la novela negra latinoamericana
Los autores que participan en la Semana de Gijón reflexionan sobre los nuevos retos del género
La literatura negra latinoamericana ha cumplido la inquietante función de desvelar la realidad profunda de unas estructuras vedadas al conocimiento público. Su fortaleza y vigor, apuntan los escritores hispanohablantes del otro lado del Atlántico asistentes a la Semana Negra de Gijón, tiene que ver con su compromiso e implicación con la realidad cotidiana. Pero todos ponen el énfasis en la afirmación de que el género negro se justifica, antes que nada, por ser verdadera literatura. Y una literatura, además, con gran capacidad de reinvención, que rompe los esquemas tradicionales del género, se mezcla con otros géneros, pero mantiene siempre la fidelidad con la realidad inminente, lo que le otorga, aseguran, plena vigencia.
JAVIER CUARTAS - Oviedo
EL PAÍS - Cultura - 10-07-2005
El escritor argentino afincado en Barcelona Raúl Argemí cree que la diferencia crucial entre la novela negra latinoamericana y la de otras áreas geográficas es que nace "en un territorio distinto". En Norteamérica y Europa la novelística es "más conservadora" porque son áreas "en las que se cree en la justicia establecida", mientras que en América Latina "no se confía en la justicia. En Latinoamérica la novela negra te remite a lo más profundo del género porque nace de una sensación profunda de injusticia". Fritz Glockner, autor mexicano, suscribe esa distinción: "La literatura de mi país no cuenta con detectives clásicos porque en México la justicia no es bien vista. Un policía mexicano, por naturaleza, no puede ser bueno". El argentino exiliado en México Rolo Díez señala: "Si hay un rasgo propio, es el de mantener una mayor relación con la situación política y social". "Es más fácil decir de la novela policiaca latinoamericana que es de izquierdas que decirlo, por ejemplo, de la francesa".
Pero no es una novela política, como tercia el cubano Leonardo Padura, quien opina que si este género "tuviese una intención política, ya se hubiese agotado. Si tiene capacidad de reproducirse es, sobre todo, porque es literatura". La editora francesa Anne Marie Metailié, que ha publicado en su país en los últimos 20 años a muchos autores latinoamericanos del género, es aún más contundente: "Yo no publico literatura negra, sino literatura. No me interesan las malas novelas de asesinatos en serie, sino la narrativa que puede dar cuenta de los cambios de la sociedad en la que vivimos. Por eso publico a los buenos autores del género. Para mí la literatura es contar bien una historia y en la que el estilo esté al servicio de lo que se narra".
Para el mexicano Elmer Mendoza, "la novela negra pone ante los ojos de la sociedad a la sociedad misma con todos sus aspectos negativos". Y, en el caso latinoamericano, hay "una incorporación de la temática ligada a la política, la guerrilla, la represión policial y la gente que está amenazada por el funcionamiento del Estado". Y cree que "a partir del brasileño Rubem Fonseca hay una verdadera voluntad de crear estilo, y de buscar un sentido literario adicional".
Padura sostiene que el fenómeno se produce en todo el ámbito iberoamericano, es decir, "la península Ibérica y la América luso-española". "Los grandes maestros han sido Manuel Vázquez Montalbán y Rubem Fonseca. Ellos son los creadores de esta tendencia de la novela policiaca que hace la crónica de la sociedad y de las ciudades modernas". El cubano residente en Gijón Justo Vasco asevera: "La novela negra entra en terrenos vedados para la prensa y trabaja con realidades duras y terribles".
Paco Ignacio Taibo II, director de la Semana Negra, lo explica así: "La literatura necesita distancia, pero si existiese una literatura de respuesta inmediata, ésa sería la novela negra, porque hunde sus anclas en lo cotidiano, también en el lenguaje". "Hace cinco años, si querías saber qué estaba pasando en Bogotá, Buenos Aires, México... tenías que apelar a la literatura negra. Era la gran narradora del subterráneo en sociedades con un subterráneo enorme: movidas desde el poder, ilegalidades, trasfondos oscuros, represiones...".
"Este momento, de reflejo más o menos inmediato, ha ido tendiendo a su espacio natural, que es el periodismo, porque no podía prolongarse durante mucho tiempo como función de la literatura hacer descripciones inmediatas. La novela negra latinoamericana ha entrado ahora en un etapa de búsqueda de otras cosas que contar, bien una novela de aventuras más integral, la historia o una novela urbana con elementos mixtos de fantasía y género negro", analiza Taibo.
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La literatura negra latinoamericana ha cumplido la inquietante función de desvelar la realidad profunda de unas estructuras vedadas al conocimiento público. Su fortaleza y vigor, apuntan los escritores hispanohablantes del otro lado del Atlántico asistentes a la Semana Negra de Gijón, tiene que ver con su compromiso e implicación con la realidad cotidiana. Pero todos ponen el énfasis en la afirmación de que el género negro se justifica, antes que nada, por ser verdadera literatura. Y una literatura, además, con gran capacidad de reinvención, que rompe los esquemas tradicionales del género, se mezcla con otros géneros, pero mantiene siempre la fidelidad con la realidad inminente, lo que le otorga, aseguran, plena vigencia.
JAVIER CUARTAS - Oviedo
EL PAÍS - Cultura - 10-07-2005
El escritor argentino afincado en Barcelona Raúl Argemí cree que la diferencia crucial entre la novela negra latinoamericana y la de otras áreas geográficas es que nace "en un territorio distinto". En Norteamérica y Europa la novelística es "más conservadora" porque son áreas "en las que se cree en la justicia establecida", mientras que en América Latina "no se confía en la justicia. En Latinoamérica la novela negra te remite a lo más profundo del género porque nace de una sensación profunda de injusticia". Fritz Glockner, autor mexicano, suscribe esa distinción: "La literatura de mi país no cuenta con detectives clásicos porque en México la justicia no es bien vista. Un policía mexicano, por naturaleza, no puede ser bueno". El argentino exiliado en México Rolo Díez señala: "Si hay un rasgo propio, es el de mantener una mayor relación con la situación política y social". "Es más fácil decir de la novela policiaca latinoamericana que es de izquierdas que decirlo, por ejemplo, de la francesa".
Pero no es una novela política, como tercia el cubano Leonardo Padura, quien opina que si este género "tuviese una intención política, ya se hubiese agotado. Si tiene capacidad de reproducirse es, sobre todo, porque es literatura". La editora francesa Anne Marie Metailié, que ha publicado en su país en los últimos 20 años a muchos autores latinoamericanos del género, es aún más contundente: "Yo no publico literatura negra, sino literatura. No me interesan las malas novelas de asesinatos en serie, sino la narrativa que puede dar cuenta de los cambios de la sociedad en la que vivimos. Por eso publico a los buenos autores del género. Para mí la literatura es contar bien una historia y en la que el estilo esté al servicio de lo que se narra".
Para el mexicano Elmer Mendoza, "la novela negra pone ante los ojos de la sociedad a la sociedad misma con todos sus aspectos negativos". Y, en el caso latinoamericano, hay "una incorporación de la temática ligada a la política, la guerrilla, la represión policial y la gente que está amenazada por el funcionamiento del Estado". Y cree que "a partir del brasileño Rubem Fonseca hay una verdadera voluntad de crear estilo, y de buscar un sentido literario adicional".
Padura sostiene que el fenómeno se produce en todo el ámbito iberoamericano, es decir, "la península Ibérica y la América luso-española". "Los grandes maestros han sido Manuel Vázquez Montalbán y Rubem Fonseca. Ellos son los creadores de esta tendencia de la novela policiaca que hace la crónica de la sociedad y de las ciudades modernas". El cubano residente en Gijón Justo Vasco asevera: "La novela negra entra en terrenos vedados para la prensa y trabaja con realidades duras y terribles".
Paco Ignacio Taibo II, director de la Semana Negra, lo explica así: "La literatura necesita distancia, pero si existiese una literatura de respuesta inmediata, ésa sería la novela negra, porque hunde sus anclas en lo cotidiano, también en el lenguaje". "Hace cinco años, si querías saber qué estaba pasando en Bogotá, Buenos Aires, México... tenías que apelar a la literatura negra. Era la gran narradora del subterráneo en sociedades con un subterráneo enorme: movidas desde el poder, ilegalidades, trasfondos oscuros, represiones...".
"Este momento, de reflejo más o menos inmediato, ha ido tendiendo a su espacio natural, que es el periodismo, porque no podía prolongarse durante mucho tiempo como función de la literatura hacer descripciones inmediatas. La novela negra latinoamericana ha entrado ahora en un etapa de búsqueda de otras cosas que contar, bien una novela de aventuras más integral, la historia o una novela urbana con elementos mixtos de fantasía y género negro", analiza Taibo.
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