La luz del día
Graham Swift coloca al ser humano en situaciones límite
El autor de 'El país del agua' presenta su última novela, 'La luz del día'
M. EUGENIA IBÁÑEZ
BARCELONA
A Graham Swift se le conoció primero como al bisoño novelista que, 1983, la revista
Granta colocó en la lista de los mejores escritores jóvenes británicos. Años después, a su nombre se solía a añadir la coletilla "autor de El país del agua" para completar los datos que fijaran su identidad. Ahora, el escritor inglés es ya, simplemente, Graham Swift, traducido a unos 25 idiomas, ganador del premio Booker, entre otros, y merecedor, casi siempre, de las mejores críticas. El novelista ha viajado a Barcelona por tercera vez para presentar su última obra, La luz del día.
Swift (Londres, 1949) declaró ayer que su proceso de creación es lento, dos o tres años para cada título, y que le gusta recrearse en esa lentitud que, con la mezcla de inspiración, perseverancia y trabajo, "mucho trabajo", dan como resultado un texto que debe llegar al lector. Con esas herramientas se gestó La luz del día (Anagrama / Empúries), una historia de muchas cosas, de un asesinato, de un amor peculiar, de la vida de un hombre y de sus mujeres.
El protagonista es un detective privado, expolicía expulsado por corrupción y enamorado de una antigua cliente que cumple pena por el asesinato de su marido y a la que visita cada 15 días. La obra plantea las reacciones del ser humano cuando es expuesto a situaciones límites. El perfil del protagonista no es el de alguien capaz de enamorarse como un adolescente, pero se enamora, y tampoco la mujer se creía capaz de asesinar, pero mata. "Nunca sabemos de lo que podemos ser capaces --comentó Swift--, pero la vida, en ocasiones, deja al descubierto lo peor, o lo mejor, de nosotros".
El autor explicó que ha trabajado con minuciosidad los detalles de la novela. El protagonista es detective porque "todos nosotros acabamos investigando lo que ha ocurrido en nuestra vida", la obra está narrada en primera persona porque "miramos y juzgamos al mundo con una mirada directa", y el personaje asesinado es ginecólogo porque quería una profesión con entorno social elevado y trato habitual con muchas mujeres que diera pie a la infidelidad conyugal.
La cubierta de las ediciones castellana y catalana tienen también una particular lectura. Ambas incluyen la imagen de dos armónicas piernas de mujer --"demasiado perfectas esas rodillas"-- que rememoran la imagen descrita por Swift cuando el protagonista conoce a su cliente al tiempo que un rayo de luz incide directamente sobre su cuerpo.
Swift ha tenido suerte en su relación con el cine. Dos de sus novelas --El país del agua y Últimos tragos-- han llegado a la pantalla. La primera fue dirigida por Stephen Gyllenhaal en 1992 y protagonizada por Jeremy Irons; la segunda, estrenada en España con el título original de la novela, Last orders (2001), tuvo como personaje principal a Michael Caine y a Fred Schepisi de director. El autor ha empezado a dar vueltas a una idea para su próxima obra, pero no da detalles, sólo apunta un estado de ánimo: "Comienzo todas mis novelas en estado de confusión, sin saber lo que voy a escribir".
Noticia publicada en la página 68 de la edición de Viernes, 23 de enero de 2004 de El Periódico - edición impresa.null
El autor de 'El país del agua' presenta su última novela, 'La luz del día'
M. EUGENIA IBÁÑEZ
BARCELONA
A Graham Swift se le conoció primero como al bisoño novelista que, 1983, la revista
Granta colocó en la lista de los mejores escritores jóvenes británicos. Años después, a su nombre se solía a añadir la coletilla "autor de El país del agua" para completar los datos que fijaran su identidad. Ahora, el escritor inglés es ya, simplemente, Graham Swift, traducido a unos 25 idiomas, ganador del premio Booker, entre otros, y merecedor, casi siempre, de las mejores críticas. El novelista ha viajado a Barcelona por tercera vez para presentar su última obra, La luz del día.
Swift (Londres, 1949) declaró ayer que su proceso de creación es lento, dos o tres años para cada título, y que le gusta recrearse en esa lentitud que, con la mezcla de inspiración, perseverancia y trabajo, "mucho trabajo", dan como resultado un texto que debe llegar al lector. Con esas herramientas se gestó La luz del día (Anagrama / Empúries), una historia de muchas cosas, de un asesinato, de un amor peculiar, de la vida de un hombre y de sus mujeres.
El protagonista es un detective privado, expolicía expulsado por corrupción y enamorado de una antigua cliente que cumple pena por el asesinato de su marido y a la que visita cada 15 días. La obra plantea las reacciones del ser humano cuando es expuesto a situaciones límites. El perfil del protagonista no es el de alguien capaz de enamorarse como un adolescente, pero se enamora, y tampoco la mujer se creía capaz de asesinar, pero mata. "Nunca sabemos de lo que podemos ser capaces --comentó Swift--, pero la vida, en ocasiones, deja al descubierto lo peor, o lo mejor, de nosotros".
El autor explicó que ha trabajado con minuciosidad los detalles de la novela. El protagonista es detective porque "todos nosotros acabamos investigando lo que ha ocurrido en nuestra vida", la obra está narrada en primera persona porque "miramos y juzgamos al mundo con una mirada directa", y el personaje asesinado es ginecólogo porque quería una profesión con entorno social elevado y trato habitual con muchas mujeres que diera pie a la infidelidad conyugal.
La cubierta de las ediciones castellana y catalana tienen también una particular lectura. Ambas incluyen la imagen de dos armónicas piernas de mujer --"demasiado perfectas esas rodillas"-- que rememoran la imagen descrita por Swift cuando el protagonista conoce a su cliente al tiempo que un rayo de luz incide directamente sobre su cuerpo.
Swift ha tenido suerte en su relación con el cine. Dos de sus novelas --El país del agua y Últimos tragos-- han llegado a la pantalla. La primera fue dirigida por Stephen Gyllenhaal en 1992 y protagonizada por Jeremy Irons; la segunda, estrenada en España con el título original de la novela, Last orders (2001), tuvo como personaje principal a Michael Caine y a Fred Schepisi de director. El autor ha empezado a dar vueltas a una idea para su próxima obra, pero no da detalles, sólo apunta un estado de ánimo: "Comienzo todas mis novelas en estado de confusión, sin saber lo que voy a escribir".
Noticia publicada en la página 68 de la edición de Viernes, 23 de enero de 2004 de El Periódico - edición impresa.null
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