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La Balacera

Negro sobre negro

Negro sobre negro Alejandro M. Gallo llega a Langreo con la promoción de «Una mina llamada Infierno», una novela de intriga con ambiente minero

Mieres / Gijón,
Laudelino VÁZQUEZ


Alejandro Martínez Gallo es dueño de una biografía viajera, digna de un personaje de sus novelas: nace en Astorga en 1962, vive en Alemania hasta 1967, le devuelven al Bierzo hasta que su padre tiene un accidente en la mina; después, un largo periplo por toda la geografía española: Madrid, Cartagena, Toledo, León...
Fue oficial del Ejército y jefe sucesivamente de las policías locales de Astorga, Langreo y Gijón, cargo que ocupa en la actualidad, además del de profesor de la Escuela de Seguridad Pública del Principado de Asturias.
Este escritor, que explica que salta del relato corto y el ensayo en que se inició a la novela «porque me permite llegar a más gente que los ensayos y de paso me da la opción de narrar historias más extensas y complejas que el relato corto», cuenta con una amplia experiencia literaria y sus colaboraciones han aparecido en «El Faro Astorgano», la revista internacional «Flex» y actualmente, «El Cultural» de LA NUEVA ESPAÑA. Responde cuando se le pregunta por qué se decantó por la novela negra: «porque permite profundizar en el análisis social de la realidad, que es lo que yo pretendo». «Siempre me gustó», añade, «pero supongo que al haber estado en contacto con la organización de la "Semana negra" en Gijón, me permitió un mayor acercamiento a esa realidad que me ha enganchado», intuye.

Su primera novela, «Asesinato de un trostkista», fue semifinalista en el premio internacional «Umbriel» del mismo género. En ella analizaba el abismo cultural entre dos generaciones de jóvenes: los actuales y los que entregaron su juventud luchando contra la dictadura. «Pretendía, además, hacer reflexionar sobre la teoría del conocimiento y sobre el pasado muy reciente de la historia de nuestro país», señala, para, a renglón seguido, puntualizar que no era una novela de crímenes: «La novela negra es algo más que la resolución o investigación de crímenes. El asesino, el procedimiento investigador, el resultado, todo se convierte en una excusa perfecta para analizar causas y sumergirse en las alcantarillas sociales».

«Una mina llamada Infierno» es, en sus palabras, «la primera novela negra que trata el tema de la minería del carbón, la primera novela negra-negra, si se quiere. La investigación de una serie de asesinatos que se cometen en una cuenca minera me permite hacer un repaso a la historia más reciente del mundo minero. Está ambientada en el Bierzo, pero se tienden puentes hacia las cuencas asturianas. Me permitió hacer un repaso a la historia de la minería del Bierzo desde el 51, con el final de los maquis en aquella zona, hasta la actualidad».

La parte que se desarrolla en las cuencas mineras asturianas «transcurre principalmente al final de la década de los sesenta y principios de los setenta, cuando la Policía del franquismo estaba obsesionada con detener al paisano como si fuera el enemigo público número uno», especifica.

No duda en señalar como diferencia entre las cuencas mineras leonesas y las asturianas «la permanencia del sector privado en la de León», frente a la minería pública, pero el resultado final está siendo el mismo, «el declive; mucho más acuciado en el sector privado». «En León hay pueblos mineros en los que prácticamente ya no vive nadie, cuando hace menos de treinta años sobrepasaban los diez mil habitantes».

Considera lógica la opinión de un medio especializado que afirma que Alejandro M. Gallo sabe de lo que escribe cuando habla de la mina, a cuya gente manifiesta un apoyo visceral, ya que «lo mamé desde mi infancia en un pueblo minero, Torre del Bierzo. Vivimos allí hasta que mi padre tuvo un accidente que casi le cuesta la vida, en un mundo en que la mina lo era todo, lo abarcaba todo».
Se queda con Jim Thompson y en el italiano Leonardo Sciascia, sin menospreciar a los grandes, como Hammet y Chandler, cuando habla de sus autores preferidos del género negro. Además, considera «La Mara», del mexicano Rafael Ramírez, premio «Dashiell Hammet» 2005, como «una novela que me dejó sin dormir». Después de presentar «Una mina llamada Infierno» en diferentes partes de España, como Barcelona, La Coruña y Madrid, su proyecto más inmediato es «rematar una nueva novela, allá por la primavera». No quiere terminar sin llamar la atención sobre la Escuela de Letras del Nalón, un proyecto que «conozco a través de mis amigos del cauce del Nalón, y es verdaderamente estimulante. Requiere la implicación de las instituciones, pero si al final ve la luz, supondrá un punto de referencia para la cultura en las Cuencas».

Esta tarde, el escritor presenta su historia «negra dentro del negro», a las ocho, en un acto organizado por el Club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas en la Casa de la Cultura de La Felguera.

www.lne.es

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