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La Balacera

Perdóname, madre...

Épor mi vida loca. Ése es el grito de guerra, como si fuera un lamento, de los miembros de la Mara. Una especie de invocación a sus antepasados, pues éstos nunca soñaron, ni en sus peores pesadillas, en lo que se podrían convertir sus retoños. ¿Y qué es la Mara?, se preguntarán ustedes. Pues miren, es el nombre que recibe una especie de banda de jóvenes en Centroamérica. Ah, como los rude-boys de Jamaica que escuchaban ska, rocksteady y reggae. No, a éstos les importa un pito la música. Ah, entonces como los hippies y el movimiento flower-power. No, éstos no aman a nadie, sólo el odio cabalga por sus venas. Ah, ya entiendo, como unos skinkeads centroamericanos. No, éstos ocupan y dominan un territorio. Ah, como los Latin King o los Ñestas. No, y no, éstos convierten en niños de teta, en changuitos, a cualquier banda conocida. La Mara es otra cosa. Si quieren saberlo, lo mejor es que tomen asiento, se abrochen el cinturón de seguridad y no ingieran comida en los próximos minutos, mientras descendemos a los infiernos centroamericanos.

Artículo completo de Alejandro M. Gallo en La Nueva España  

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