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La Balacera

Craig Nova - El hombre que todos elogian

CRUISERS
Por Craig Nova

Shaye Areheart Books, 2004
307 páginas

Por Rodrigo Fresán

Las críticas a las novelas de Craig Nova –siempre elogiosas hasta el éxtasis– suelen estar firmadas por colegas de renombre. Entre los que le pusieron la firma a la garantía de su talento está gente como Ann Beattie, Rick Bass, Tracy Kidder, John Irving, Richard Ford, E. Annie Proulx, Ron Hansen, John Hawkes, Valerie Martin, Chris Bohjalian, Oscar Hijuelos, Jean Stafford y Johnatan Hart. Lo que es muy gratificante pero no necesariamente una buena noticia; porque significa que, sí, Nova es un “escritor de escritores”. Alguien que no ha conseguido conectar con el público y que desde hace décadas se pasea de editorial en editorial, admirado pero desconocido, produciendo libros siempre excelentes donde se disfruta de su sensibilidad para el detalle mínimo pero revelador así como de su capacidad titánica para erigir las complejas estructuras de sus obras. Por suerte, Nova nació en Estados Unidos –país de poderosa estructura editorial– donde todavía se puede soportar y alentar la rareza de un hombre que hace todo bien y que hace cosas muy distintas y que vende poco. Así, sus tres primeras novelas –Turkey Hash (1972), The Geek (1975) y la oscuramente desopilante Incandescense (1979)– proponían tres variaciones muy diferentes sobre el tema del hombre frente al abismo. Estas fueron seguidas por dos tortuosas y apasionadas sagas de familias de apellidos poderosos –The Good Son (1982, tal vez su título más celebrado), The Congressman’s Daughter (1986)– y el amour fou proletario de Tornado Alley (1989). A continuación, Nova escribió dos novelas de tonalidad noir: Trombone (1992) narraba la relación de un padre e hijo pirómanos a sueldo y The Book of Dreams (1994) era una revisitación al colorido Hollywood freak de nuestros días pero con la mirada sepia de Chandler, West y Fitzgerald. Después, nuevo golpe de timón y ese extraño thriller médico/love story que es The Universal Donor (1997) y la sci-fi con clones en Wetware (2002). Por el camino, Nova escribió una memoir sobre la pesca con mosca –Book Trout and the Writing Life (1999)– donde, también, es perseguido por un loco y protegido por el FBI.
Ahora, Cruisers podría definirse como muchas cosas: novela negra, romance raro, psycho-thriller, policial existencialista... Por lo pronto ya ha sido comparada con la perfecta The Heart of the Matter de Graham Greene o con la sobrevalorada Mystic River de Dennis Lehane. Pero a lo que más recuerda –teniendo en cuenta su estructura dual donde se cruzan los capítulos dedicados al patrullero quemado por su profesión Russell Boyd y al ciudadano listo para explotar Frank Kohler, sabiendo desde el vamos que sus trayectorias están hechas para intersectarse y hacer saltar chispas y encender un gran fuego, uno de esos fuegos que se ven desde lejos– es a Bullet Park (Suburbio) de John Cheever. Nova –como Cheever– posee el raro don de narrar a partir de los pensamientos de sus personajes, de prestarnos sus ojos, de sacarnos de nosotros para meternos en ellos, y de compartir sus epifanías cotidianas y su sentido mítico de la rutina. Nova describe con igual intensidad y maestría los reflejos azulados de las luces de un auto de policía o un encuentro sexual largamente postergado. Y para el momento en que los acontecimientos se precipitan, bueno, nosotros caemos con ellos mientras nos preguntamos cómo llegamos allí y cómo vamos a hacer para salir. La respuesta es una: terminando de leer este libro de Craig Nova y esperando la llegada del próximo. Y, de acuerdo, Craig Nova no es Cheever y –por haber llegado después– Cruisers no es Bullet Park.Pero seguro que Cheever no dudaría en firmar una reseña muy elogiosa de Cruisers de Craig Nova.

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